domingo, 7 de junio de 2009

Nostalgia oceanica



Después de mojar tus ojos en pesadilla al comenzar el insomnio, tienes dos posibilidades a sobrevivir la noche. Una es ellas es viajar, o por lo menos, no siempre, en contra, bajo, para, donde, y por que no, Hasia Kartago. Pero para ello necesitas otra poesía de Benedetti, o de suelo fresco, no disponible por el momento. Además de que nunca eres lo suficientemente valiente como para cruzar de nuez el laberinto, por lo tanto se deja para otro tiempo esto. Otro tiempo con más gatos.

Pero si realmente deseas la brisa de un recuerdo bien educado, o de un momento fluido y constante en el cual puedes abortar Arte, nada-nadar en tu propio mar. Toma una taza de café muy azucarado, o el primer liquido etílico disponible a tu hígado, pero recomendablemente basta con tener sed, mucha sed. En las profundidades causadas por tu gravedad de realidad, extiende la mano mestiza de la mañana, hacia tus monstruos marinos y ruega por tener acuarelas, por que de esto no te puedo contar ya.

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